Los estudios realizados durante doce años a más de 70 mil mujeres han permitido detectar la relación que existe entre el consumo de grasa y la endometriosis, pero sobre todo han sido muy precisos al determinar que no necesariamente es la cantidad de grasas las que exponen a estos riesgos, sino la calida de ella.
Esto nos lleva a entender que cuando mayor cantidad de grasa trans se consume en las comidas, tanto más riesgo existe de contraer este mal; mientras que aquellos que se alimentaban con el Omega 3 rechazaban mayormente el riesgo.
La doctora que lideró este grupo de estudios del Brigham and Women’s Hospital y en la Facultad de Medicina de Harvard ha manifestado que este ha sido el estudio más grande llevado a cabo sobre este tema y que los resultados daban claras luces de lo que debemos evitar y de lo que debemos ingerir en nuestra alimentación diaria.
Esto también llevó a determinar que cuando se realiza una dieta alimenticia no es tan relevante, como se pensaba, la eliminación de las grasas o el control de la cantidad que se consume, sino, más bien, la calidad que introducimos a nuestros organismos.
Son millones y millones de mujeres las que padecen endometriosis en todo el mundo y año a año la cantidad parece aumentar, sin que estas sepan cómo prevenirla y cómo hacer lo propio para evitar este mal en sus hijas, con lo que con este descubrimiento se abren nuevas esperanzas para la progresiva disminución del mal en el planeta.
Por lo pronto, la dieta es esencial y, sobre todo, realizar los cambios necesarios que lleven a que el consumo de grasas tipo Omega 3 estén presentes en mayor proporción en los alimentos diarios preferentemente en las mujeres, aunque se sabe que este elemento es insustituible en la dieta de cualquier persona y su consumo es muy recomendado para cuidar nuestro organismo y para prevenir una gran serie de enfermedades.
